sábado, 25 de mayo de 2019

Las causas de un aborto espontáneo pueden ser varias, aunque lo más común es que se deba a problemas en los cromosomas u otros factores como niveles hormonales anómalos, diabetes no controlada, incompetencia del cuello uterino o algunos medicamentos. Otro tipo de causas pueden ser infecciones, obesidad, problemas físicos en los órganos reproductores de la madre, problemas con la respuesta inmunitaria o enfermedades graves.
La edad también puede ser un factor determinante: a mayor edad, mayor es la probabilidad de sufrir un aborto espontáneo, especialmente a partir de los 40 años. El haber sufrido un aborto espontáneo anteriormente también puede aumentar las posibilidades de volver a sufrirlo.
Los abortos espontáneos son más comunes de lo que se cree popularmente. Solo en Estados Unidos se producen casi un millón al año, lo que significa uno de cada cuatro embarazos, tal y como recoge una encuesta realizada por investigadores de la Escuela de Medicina Albera Insistente de la Universidad Yeshiva, en Nueva York, y publicada en mayo de 2015 en Obstetricias & Gynecology. El estudio, en el que participaron un millar de adultos estadounidenses, revela algunas de las falsas creencias que hay en torno a este tipo de abortos. Así, el 22 por ciento de los encuestados creía incorrectamente que opciones de estilo de vida durante el embarazo (como fumar o consumir drogas o alcohol) son la causa más común de aborto espontáneo. Un 76 por ciento pensaba que el estrés puede ser el desencadenante y, un 64 por ciento, que levantar objetos pesados durante la gestación puede malograr un embarazo, al igual que el uso previo del dispositivo intrauterino (28 por ciento) o de anticonceptivos orales (22 por ciento).
Sin embargo, no hay evidencias científicas que demuestren que las circunstancias anteriores aumenten el riesgo de un aborto involuntario. Sí está probado, en cambio, que los motivos genéticos están detrás del 60 por ciento de los casos. Otras causas establecidas son anomalías estructurales del útero, trastornos endocrinos como el hipotiroidismo, y auto inmunes como anticuerpos anti tiroideos.

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